terça-feira, 11 de junho de 2013



ME GUSTA


_por Facundo Cabral


Yo sigo caminando por el mundo que a pesar de tanto homicida y tanto suicida sigue siendo un paraíso.

Me gusta volver a ver a las ballenas grises de la baja California, me gusta volver a visitar a los pingüinos de la Tierra del Fuego, me gusta volver a gozar a el vuelo del cóndor en la cordillera, me gusta nadar con los delifines en Cancún, me gusta jugar con los pelicanos donde sea; de vez en cuando me gusta volver al Ecuador para sentarme, principalmente en sábado, frente al Cotopaxi, el volcán sagrado.

Me gusta volver a París, porque en Paris con seguridad me encuentro con el arte, es decir Rodin o Marcel Marceau; y me gusta volver a Calcuta porqué en Calcuta inevitablemente uno se encuentra con la alegría, es decir con la Madre Teresa.

Me gusta volver a Amsterdam, donde la libertad es algo tan natural como el aire que respiramos; o a Roma, donde, en el 1974, tuvo la suerte de conocer al maestro Arthur Rubinstein. Estaba, en el otoño de Roma, en el Campo di Fiori, tirándole migas, migajas a las palomas con su mujer, me acerqué y le dije, le pregunté: Usted es quíen yo creo?. Y el dijo: ¡Yo soy el que tú quieras!. ¡Entonces, usted es el maestro!, le dije: -¡No, no... Maestro es aquel que te puso delante mio, y a mí delante de ti, yo soy sólo Rubistéin!.

De vez en cuando me gusta volver a Africa para volver a gozar al león en libertad, espléndido debajo del sol del mediodia. Para cruzar por algumas aldeas africanas hay que dejar un presente, una especie de impuesto, que generalmente es un hombre de la caravana, por que a las negras le gustan los blancos, como a los alemanes le gustan las morenas y a las morenas Luis Miguel.

Me gusta volver al Mar Muerto donde los essenios iniciaron al Jesús, que me salvó la vida. Me gusta la Jordania, donde saben que si tu mal no tiene cura para qué quejarse y si tu mal tiene cura de qué quejarse.

Me gusta volver a los derviches mendicantes en las afueras de Teherán. Uno de ellos me dijo alguna vez, estaba sentado en medio de un basurero, le pregunté cuál era el lugar que más le gustaba, y el me dijo: -"Este, porque aqui me trajo el Señor, quien podria haber elegido lugar mejor para mi."

Me gustan los Shados, aristócratas de la eternidad, que bordean el Ganges, el sagrado Ganges. Por ahí, cerquita, la señora Indira Ghandi tenía la maioridad de invitarme muy seguido a desayunar a cambio de que le contara cosas de Eva Perón, a la que admiraba, cuando me quedé sin historias me las empecé a inventar, pensando que no iba se dar cuenta, como los quince dias me dijo -"hoy te invito mañana a desayunar y sigue contándome cosas de Evita aunque sean inventadas".

Me gusta visitar a los beduinos del Neguev, decendientes de los que ayudaron al libertador Moises en el éxodo, en el magnifico éxodo. Me gusta volver al Egipto donde Hermes Trimegisto sospechó al infinito. Cuando estuvo Borges en Egipto, contaba, ahí cerquita a una piramide, se arrodilló, levantó un puñado de arena, lo cambió de lugar y sintió que habia cambiado el curso de la historia.

Me gusta volver al Japón laborioso, a la China misteriosa, donde siempre me encuentro alguna maravilla, por ejemplo este poema: Maldije la tormenta que te asustaba / maldije al viento que te despeinaba / maldije a la lluvia que te mojaba / Maldije / Hoy golpeaste mi puerta / y bendije a la tormenta que te trajo / y bendije a la lluvia cuando te sacaste el vestido mojado /y bendije al viento / que apago la lampara / Bendije.

En Buenos Aires, que es capricho de mi corazón, Ernesto Sabato me dijo hablando de Borges: - "Hay que desconfiar de los genios porque a veces se hacen los muertos".

En el Bogota de Garcia Marquez me interé que cuando ganó el premio Nobel, los periodistas corrieron a la casa de su madre a ver que opinaba, y la madre dijo: - "Yo no sé nada de literatura, yo lo unico que sé es que mi hijo tiene muy buena memoria porque todo eso que escribió se lo contaron".

Esto me recuerda que, nuestro querido Juan Rulfo, cada vez que le preguntaban porque no habia escrito en tantos años, decía: "Porque la gente que me contaba las historias se murió.”

Me gusta rencontrame con las ardillas del Central Park y con las maravillas del Museo de Arte Moderno, del Metroplitan, del Guggenheim... El año pasado...Ahora voy para allá... Mañana vamos para Nueva York porque voy a cantar otra vez en el Lincoln Center...El año pasado que fué la primera vez que canté en el Lincoln Center, después del concierto un periodista del New York Times me dijo: -'Estoy de acuerdo en todo lo que dije esta noche en el escenario, Señor Cabral, excepto en que Dios es siempre justo. No siempre Dios es justo, usted debe reconocer que a veces está como distraido'. Le pedi un ejemplo, y me dijo, -'Usted. Si Dios fuera justo, usted debería tener tanto difusión y tanto éxito como Julio Iglesias'.  Era la primera vez que yo encontraba un periodista que yo le gustaba tanto como Julio Iglesias. Era un tipo normal, tenía su bigote... Entonces, le pregunté, usted cree que Dios sabe todo. Y me dijo, -'por supuesto, si no sabe el...' Entonces, le dije, el Señor sabe que Julio necesita más dinero que yo para vivir, por eso le dio más éxito. Pero, cuidado, también el Señor sabe que yo necesito más libertad que Julio para vivir, y, por eso, me hizo más libre. Si Señor!

Julio era el favrito de mi abuela. Por eso cada vez que lo escuchaba por la televisión me decia: Vos tendrías que hacer un dúo con Julio Iglesias. Seria un dúo sensacional. Imagináte, el las excita y vos las hacés pensar.

Mi abuela me decia, que en Estados Unidos los negros se hacen boxeadores para poder pegarles a los blancos ¡¡ legalmente!!"


ME DIJERON POR AHÍ

Dice el gaucho de la pampa, donde comencé a cantar
Dice el gaucho de la pampa, donde comencé a cantar
Que cuando el caballo es de uno, no lo tenemos que atar
Que cuando el caballo es de uno, no lo tenemos que atar

(Si la tenéis que cuidar tanto, todavía no es tú mujer)

Una tarde mexicana, me dijo Laura Esquivel
Una tarde mexicana, me dijo Laura Esquivel
A la mesa y a la cama, solo se llama una vez
A la mesa y a la cama, solo se llama una vez

(Tenéis que estar atento, porque por ahí
te quedas afuera de la fiesta)

En la sierra Tarahumara, a una niña le escuche
En la sierra Tarahumara, a una niña le escuche
Pa´que voy a tener hambre, si no tengo que comer
Pa´que voy a tener hambre, si no tengo que comer

Al costado de Florencia, un Jesuita me enseño
Al costado de Florencia, un Jesuita me enseño
Que es mejor que uno no pida, aquello que nunca dio
Que es mejor que uno no pida, aquello que nunca dio

San Agustín aconsejaba: “Sólo pide justicia, pero sería mejor que no pidieras nada”. O dicho de otra manera: no interrumpas con tu pequeña cabeza, la grandiosa tarea del Señor.

Decía mi abuela en sus oraciones: "Señor, te pido perdón por mis pecados; ante todo por haber peregrinado a tus muchos santuarios, olvidando que estás presente en todas partes. En segundo lugar, te pido perdón por haber implorado tantas veces tu ayuda, olvidando que mi bienestar te preocupa más a ti que a mi. Y por último te pido perdón por estar aquí pidiéndote que me perdones, cuando mi corazón sabe que mis pecados me son perdonados antes que los cometa, ¡ tanta es tú misericordia, altísimo Señor!".

Los gitanos de Sevilla, nunca dejan de cantar
Los gitanos de Sevilla, nunca dejan de cantar
Que es mejor gastarse andando, que cuidarse en un lugar
Que es mejor gastarse andando, que cuidarse en un lugar

Dicen los hombres barbados, del desierto de Neguev
Dicen los hombres barbados, del desierto de Neguev
Que aunque uno este dormido, no deja de amanecer
Que aunque uno este dormido, no deja de amanecer

En la India milenaria, de los viejos aprendí
En la India milenaria, de los viejos aprendí
Que solo aquel que ha vivido, tiene derecho a morir
Que solo aquel que ha vivido, tiene derecho a morir

Por el mundo caminado, he podido comprobar
Por el mundo caminado, he podido comprobar
Que el que fácilmente halaga, fácilmente insultará
Que el que fácilmente halaga, fácilmente insultará

Por el tiempo que he vivido, yo les puedo asegurar
Por el tiempo que he vivido, yo les puedo asegurar
Que el amor nunca se muere, solo cambia de lugar
Que el amor nunca se muere, solo cambia de lugar
Sí, Señor!


Monólogo (Me Gusta) / Me Dijeron Por Ahí
Facundo Cabral
En Vivo
Teatro Degollado
Guadalajara
México
1994