segunda-feira, 13 de fevereiro de 2012



UN PAISANO LLAMADO ATAHUALPA


ESCRITO POR SUMA PAZ
EN  2008
PARA EL CICLO 'HAS DE NARRAR'


Lunes, 31 de Enero de 2011


Si Yupanqui significa "has de contar" habrá que tener muy claro que para narrar la epopeya oscura de tantas vidas, para traducir el rigor de esas historias de hombres que pasaron sin dejar huella, el narrador no fue su observador, sino su protagonista. 


Aquel joven poeta, estudiante, escribiente, zafrero, hachero, arriero a lomo de mula, peón en las salinas, un día empuño la guitarra y la pobló con el manso silencio de su gente. Que ese manantial escondido es el único que vierte el agua de la inmortalidad. Que la carga de expresar a todo un pueblo mucho ha costado y habrá todavía de costar.


Pero su precio y su desvelo estarán saldados cuando nos demos cuenta de que allí, juntos acaso por primera vez, estamos nosotros, los argentinos.


Habrá que entrar en el Universo de Yupanqui como a un templo, para que el descubrimiento no sea una profanación: que el rincón en penumbras no sea inundado por nuestra luz; que aquello que fue un rezo no sea proferido por nuestro grito, que en fin, las tallas del dolor o la desesperanza no sufran corrección por nuestra mano.


Su carnadura es la paisanidad. Sí, allí está y estará ese paisano con el gesto, el acento, el color hondamente argentino. Sin posturas ni el grueso trazo de lo caracterizado; sin arcaísmo en la palabra despojada. "Ser paisano - decía Yupanqui - es llevar el país adentro".


Él es ese hombre tranquilo, parco, prudente, naturalmente educado y respetuoso.


A ese paisano, refugiado, en el silencio como en la trinchera, no lo reclaman ni el barullo ni la frivolidad. Lo reclama sí la guitarra, dócil en su mano rústica; la pausada conversación en la rueda de mate; la palabra ornamentada en la décima o en la copla, ese vertedero natural donde el sempiterno silencio se convierte en canto.


Si bien Atahualpa heredó de sus mayores los dones fundadores de la paisanidad, la vida entre sus pares completó al hombre total. Codo a codo con seres anónimos y silenciosos, uno más.


Uno más en el esfuerzo del trabajo y la penuria; en manos tajeadas, en rostros adultos; en ese cansancio que derriba los cuerpos en un sueño parecido a la muerte.


Así se gestó el canto de Atahualpa.


Con el país adentro. Por eso es verdad.


Es recolector de voces y sonidos; hurgador de los misterios, baqueano de rumbos y caminos, escucha del gran silencio; así irá juntando las "leñitas" para el fuego mayor.


Como un yuyero, se agacha para arrancarle a la Tierra pedacitos de sus secretos. Y entrará a los boliches para beberse las coplas de los cantores desconocidos; y guardará para aprenderlos sones de guitarra o quenas perdidas.


Como una gran alforja memoriosa, su borroso perfil se mezclará entre los paisanos hasta diluirse para siempre.


Eso fue, eso es, Atahualpa Yupanqui.
Suma Paz
(5 de abril de 1939 - 8 de abril de 2009)
Licenciada en Filosofía y letras en la Universidad del Litoral
Cantora, autora,
difundió por toda su vida
la obra de Atahualpa Yupanqui

SUMA PAZ HABLA SOBRE ATAHUALPA YUPANQUI